martes, 15 de diciembre de 2009


Desde el Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI hace un llamado a los cristianos para que se entronquen “en la realidad del mundo”. Unos meses antes el Concilio había eliminado el término “deicida” para los judíos, condenado el antisemitismo y permitido a los sacerdotes absolver a los masones –excomulgados en 1738- arrepentidos. Pablo VI también había clamado por el fin de las guerras durante su visita a la ONU en mayo de 1965.
El Tercer Mundo intenta hacerse escuchar y noventa y tres países protagonizan una rebelión contra las diez grandes potencias financieras internacionales exigiendo plena participación en la reforma del sistema monetario internacional, pero el FMI permanece insensible. La Argentina figuraba entonces como el tercer país deudor (2,100 millones de dólares) precedida por la India (4,000 millones) y Brasil (2,300 millones).
El mundo de entonces lo poblaban 2500 millones de seres, de los que 1,700 estaban condenados al hambre. Según estadísticas de la ONU los países ricos contaban con el 10 por ciento de la población mundial y disponían del 70 por ciento de la renta del mundo, en tanto que el 54 por ciento de la población mundial estaba concentrada en los países de mayor indigencia y percibía sólo el 9 por ciento del ingreso universal. La realidad social del hombre comenzaba a ser percibida como íntimamente vinculada a la estructura económica de las regiones subdesarrolladas. Y también como consecuencia de la pésima distribución de las riquezas en el mundo.
En enero de 1966 reanudadas sus deliberaciones la Conferencia de Ginebra sobre Desarme Mundial. Meses después la Unión Soviética y Estados Unidos se acusan mutuamente de proseguir en secreto las pruebas nucleares.
El 1º de junio de 1966 estalla en China la “Revolución Cultural”, movimiento creado por Mao Tse Tung para expulsar del gobierno a los opositores a su línea revolucionaria y que ensangrentará a China durante algunos años. Se agravan sus diferencias con la Unión Soviética, a la que China llega a denunciar como cómplice de los Estados Unidos en el conflicto vietnamita. Pero temerosa de que la condenen al aislamiento, alerta al pueblo sobre la posibilidad de una guerra con los Estados Unidos. En Moscú, los líderes de los partidos comunistas y primeros ministros de los aliados de Europa oriental condenan enérgicamente la escisión generada por Pekín.

No hay comentarios: