jueves, 30 de septiembre de 2010

¡¡Hasta las narices!!

Perdonen la expresión, pero me ha parecido la más expeditiva (y publicable) de las muchas que podrían definir el estado de ánimo de muchísimos catalanes. ¡Hasta las narices de estos niños de papá sin otro oficio que montarse algaradas de pacotilla, asaltar la calle, destrozar todo lo que encuentran y violentar a la sociedad! ¡Hasta las narices de sus mamacharradas, de sus discursos revolucionarios todo a cien, sus aires matones y sus bravatas insulsas! ¡Hasta las narices de que Barcelona se haya convertido en el paraíso de los antisistema que pululan por el planeta, encantados de encontrarse en una ciudad tan friendly!


¡Hasta las mismísimas narices de conocer desde hace años que tenemos un nutrido núcleo de estos militantes de la nada –Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, habló, en el 2007, de más de 200 fijos en Barcelona–, cuya única vocación es aprovechar cualquier celebración, acto o reivindicación ciudadana, para destrozar escaparates, quemar coches, agredir a policías y tiranizar la calle! ¡Hasta las narices de que pase el tiempo, y nadie parece que haga nada! ¡Hasta las narices de esta imagen de Barcelona como si todo fuera Jauja, y el más gritón y el más simplón acaba copando el titular! ¡Hasta las narices de que esta gentecita inútil y desaprovechada mantenga algún aura de juventud utópica, cuando sólo son la expresión de la derrota violenta! ¡Hasta las narices de que la policía salga a enfrentarse con estos tipos casi con miedo, y no por la violencia de los energúmenos de turno, sino por la que les puede caer desde la propia Conselleria d'Interior si levantan una porra! ¡Hasta las narices de aquellos que hace dos días aún gritaban aquello de "yo también soy antisistema"!

Y los que aún lo piensan, algunos con carnet de diputado, ¡hasta las narices de ellos! Y, ¿cómo no?, ¡hasta las narices de la incapacidad de nuestras autoridades por mantener el orden en la calle y por atajar de cuajo estos fenómenos que, en Barcelona, han encontrado abrigo donde enquistarse! ¡Hasta las narices de que les dé miedo desocupar un piso de okupas! Y por estar hasta las mismísimas, ¡hasta las narices de sufrir la tontería de la corrección política que acaba considerando más progre a un joven que dedica su tiempo a montar saraos violentos que a los jóvenes que se preparan para ser buenos profesionales! ¡Hasta las narices de aquellos que creen que el caos es más libertador que el orden! Y sí, ¡hasta las narices del miedo que nos da decir todas estas cosas, por si acaso no parecemos suficientemente de izquierdas! Así pues, ¡hasta las narices de vosotros, que dedicáis los mejores de años de vuestra vida a hacer el payaso en las calles, destrozando todo lo que encontráis, convencidos de que la fuerza de la violencia es algún tipo de razón! ¡Hasta las narices de vosotros, niñatos!

Perdonen, ¿ha quedado claro que estoy hasta las narices?

Artículo de Pilar Rahola, en relación a los graves disturbios producidos ayer por "teóricos" grupos antiglobalización

jueves, 23 de septiembre de 2010

Esta notícia me recuerda el dicho: "El uno por el otro, la casa sin barrer"

La nieta de un oficial culpa al timonel del naufragio del Titanic
El marinero confundió una orden y fue hacia al iceberg en lugar de esquivarlo


Las teorías y leyendas sobre el hundimiento del Titanic son inacabables. Casi 100 años después de la catástrofe más famosa en la historia de la navegación comercial, un nuevo libro atribuye el desastre a un error del timonel. Louise Patten, nieta del segundo oficial a bordo del transatlántico, asegura que, contrariamente a la versión oficial, la tripulación vio con suficiente tiempo del iceberg pero, sin embargo, el barco se estrelló contra la mole de hielo gigante por un error en el control de los mandos de la nave.


Charles Lightoller, el abuelo de la autora, sobrevivió al accidente, pero murió antes de que naciera su nieta. Ésta, al conocer los detalles del secreto sobre los hechos en la tragedia de boca de su En la novela, Good as Gold, basada en fuentes tan incomprobables, se atribuye el hundimiento en que murieron 1.517 personal al mal uso de los dos sistemas de gobierno existentes en el barco, controlados por dos mandos diferentes situados uno ante el otro.


Patten sostiene que los marineros, acostumbrados aún en aquella época a la navegación a vela, confundieron las instrucciones, que en el nuevo sistema implicaban hacer lo contrario de lo que había estado haciendo hasta entonces.


Siempre según Patten, cuando el primer oficial, William Murdoch, se dio cuenta de que el iceberg estaba dos millas de distancia, ordenó volver "fuerte a estribor". Su subordinado, Robert Hitchins, malinterpretó la orden e hizo girar el barco a la derecha y no a la izquierda. Cuando lo intentó corregirlo, era ya tarde.


Al parecer, Bruce Ismay, el presidente de la naviera propietaria del transatlántico, la White Star Line, empeoró las cosas, al plantarse en la sala de mandos y ordenar al capitán que siguiera navegando en lugar de parar máquinas. Ismay, como el resto del mundo, estaba convencido de que el Titanic era insumergible. Al seguir avanzando, la presión del agua que entraba por el casco roto aumentó y en cuestión de minutos el barco se hundió. Lightoller, que murió en 1952 después de jugar un papel heroico durante la segunda guerra mundial, no quiso explicar lo sucedido. Según su nieta, temía llevar a la bancarrota la naviera y dañar la reputación del timonel.

martes, 14 de septiembre de 2010

Tan lejos, tan cerca

A veces nos empeñamos nosotros mismos en crear distancias, cuando en realidad no es así. Ciertamente el mundo es un pañuelo. Miles de anécdotas e historias públicas o personales así lo demuestran.

He aquí que el autor de la música del himno mexicano, Jaume Nunó, era un catalán nacido en un pequeño pueblo en cuanto a habitantes, pero grande en historia, ya que según dicen, se dieron unos hechos que con el tiempo pasaron a ser leyendas y una de las cunas de la Catalunya medieval: Sant Joan de les Abadesses. Curioso ¿no?. Quien le iba a decir a un niño de pueblo nacido en el año 1824, que llegaría a formar parte de la historia de un país “tan lejano”?

Pero así son las cosas, y hace bien este pueblo en celebrar el próximo dia 16 un homenaje entorno a éste músico, y, al propio tiempo, unirlo con la conmemoración del bicentenario de la independencia mexicana.

Se mezclarán ambas culturas con "El Grito" y también mediante canciones y bailes populares, así como por la parte gastronómica: algo tan catalán como el “pa amb tomàquet”, servirá como acompañamiento a platillos de frijoles con nopal, quesadillas, etc ¡¡rebueno!!

Compartir, demostrar que no estamos tan lejos como en el mapa mundi parezca. Aprovechar cualquier oportunidad que nos brinde la vida para demostrar que no existen fronteras.




Sant Joan de les Abadesses, ya engalanado para dar inicio a las celebraciones catalano-mexicanas.

viernes, 10 de septiembre de 2010

"La Diada de l'Onze de Setembre"


El 11 de septiembre es el dia de la fiesta nacional de Catalunya, y en eso, como en otras cosas más, somos bien singulares los catalanes, pues no celebramos una victoria sino una derrota, quizás porque no nos ha sido todavia dado el poder volver a ser una nación libre y plena.

He aquí la relación de los hechos (traducido del catalán):


Los antecedentes
Los hechos o los acontecimientos históricos no se pueden entender aislados ni desnudos del contexto político, social y económico en el que se vivieron. Y el 11 de septiembre de 1714 tampoco es ninguna excepción. A finales del siglo XVII reinaba en España Carlos II, el que sería el último rey de la casa de Austria al morir sin descendencia el año 1700.

Era un monarca débil y enfermizo. Su delicado estado de salud parecía la imagen viva de una monarquía que desde Felipe II no había vuelto a levantar cabeza, agotada después de dos largos siglos de Imperio.

Pero la situación de declive que padecía la Monarquía no era igual a todos los territorios de la Península. Catalunya se había incorporado a los dominios de la casa de Austria a principios del siglo XVI y desde entonces ya había conservado su ordenamiento jurídico y político-adminsitrativo. Gracias a esta condición de 'independencia', acentuada durante el reinado de Carlos II, el Principado se había podido entregar, en cierto modo, de la caída del Reino de España. Así lo explica Narcís Feliu de la Peña, abogado mataronés de prestigio, en la obra publicada en 1683 Fénix de Cataluña, compendio de sus antiguas Grandezas y medios para renovarlas. La idea era comparar Cataluña con el ave Fénix que resucita de sus propias cenizas.

Y es que el siglo XVII no había sido nada fácil para el Principado. Después de las guerras continuas con Francia en el primer tercio del Seiscientos (Guerra de los Treinta Años), el año 1640 con la Revuelta de los Segadores (la Guerra de Separación) y la Paz de los Pirineos (1659), con la que se perdieron el Rosellón y la Cerdaña, Cataluña había quedado reducida, metafóricamente, a cenizas.

Pero hacia finales del XVII, y como describe Feliu de la Penya en su libro, la situación económica del Principado había comenzado a enderezarse. La mayoría de los estudios coinciden en señalar que la recuperación económica de los últimos veinte años del siglo se dio más en las comarcas de la periferia de Barcelona, que en la ciudad. O lo que es lo mismo, la recuperación del campo por delante de la ciudad, y de la agricultura por encima de la manufactura.

Y es en este contexto de recuperación económica de Cataluña cuando hay la Guerra de Sucesión (1702-1714).

La Guerra

1 de noviembre de 1700, Carlos II muere sin descendencia. Con él se plantea un problema sucesorio que va más allá de los Pirineos y que convertirá la Guerra de Sucesión en un conflicto internacional.

La última voluntad por escrito de Carlos II, según su último testamento del 1 de octubre de 1700, dejaba como heredero al trono de la Corona de España a Felipe de Anjou de la familia de Borbón, nieto de Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, hija de Felipe IV. Esta decisión había dejado fuera de juego al segundo candidato, el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo, casado con una infanta de España, hermana de Carlos II.

Aparte de los intereses de cada uno de los dos candidatos, estaban los de las potencias europeas como Inglaterra, a las que no les interesaba ver sentado en el trono español un monarca francés. Un eje Madrid-París podría fortalecer peligrosamente el bloque francés y más concretamente el poder de Luis XIV. Por el contrario, un príncipe austríaco a la corona española se veía lejos de fortalecer el Imperio de los Habsburgo. Así cuando el emperador Leopoldo hizo proclamar rey de España Carlos de Austria, en septiembre de 1703, las 'potencias aliadas' (Gran Bretaña, las Provincias Unidas y Portugal) se sumaron a la causa y lucharon contra Francia.

En la Península, este conflicto internacional no podía ser obviado. Enseguida, Castella se uniría detrás de Felipe V, y los antiguos territorios de la Corona de Aragón apoyarían el archiduque Carlos de Austria. ¿Por qué?

Con la llegada de Felipe V en Madrid, entraban en la Península las formas y el sistema de gobierno de la Francia de Luis XIV, es decir, el unitarismo y el centralismo. Un modelo de Estado que chocaba frontalmente con el modelo vigente en la Corona de Aragón y defendido por Cataluña, que 'gozaba' de ciertas libertades y privilegios. Un "neoforalismo" que los catalanes creían poder mantener con la entronización del archiduque Carlos de Austria.

Además estaba la cuestión económica. Desde la Paz de los Pirineos (1659), Francia era el competidor más fuerte de la economía catalana.

Con todo, en un principio, el Principado no se alzó de nuevo contra el nuevo rey de la casa de los Borbones. En seguida, después de ser proclamado rey a principios de 1701, Felipe V se avino a la convocatoria inmediata de las Cortes catalanas (10/12/1701 y 14/01/1702), lo que nunca había hecho Carlos II. En esta reunión, el nuevo monarca aprobó todas las reivindicaciones de los catalanes. Y todo por un jugoso donativo que las Cortes pagaron en efectivo y un servicio que debería pagar en seis años. De esta manera los catalanes lograron los privilegios que no habían logrado con ningún otro rey, porque Felipe V necesitaba el dinero para consolidarse en el poder.

Pero con los años, y la presión de la Alianza (Inglaterra, Austria, Holanda y Portugal) sobre los catalanes, la historia cambió. Al sentimiento claramente 'austriaco' que se respiraba en el Principado se sumó la insensata política del nuevo virrey Velasco, representante de Felipe V en Cataluña. De este modo, y tras una oferta de los aliados, los catalanes firmaban el Pacto de Génova y el año 1705 juraban fidelidad al archiduque Carlos de Austria, proclamado rey como Carlos III.

Con los avances y retrocesos de la guerra en todo el territorio español, en el año 1711 Girona cae en poder de las tropas de Felipe V. A esto se sumó un hecho decisivo: la muerte el 17 de abril del emperador José I ponía en la cabeza del archiduque Carlos la corona del imperio de Austria. Si al principio de la guerra los ingleses y el resto de potencias temían el eje París-Madrid, ahora la idea de tener al emperador de Austria sentado también al trono de los dominios de España no les hacía ninguna gracia. En resumen, desde ese año los dos bandos internacionales de la guerra empezaron a firmar los tratados de paz (Utrecht y Rastadt entre 1713 y 1714) y abandonaron a los catalanes a su suerte.

Barcelona y el Once de septiembre

Con la capitulación de Girona en el año 1711, la resistencia catalana a las tropas de Felipe V quedaba reducida a las plazas de Cardona y Barcelona. Después de reunirse los Brazos generales-las Cortes sin el rey-se decidió continuar con la lucha en defensa propia. Y así, en marzo de 1713 las tropas de Felipe V, capitaneadas por el duque de Berwick, iniciaban el asedio de Barcelona.

En total fueron dieciocho meses de asedio y de luchas encarnizadas. La defensa de Barcelona, dirigida por el general Antonio de Villarroel y el consejero del Consistorio de la ciudad, Rafael de Casanova, fue descrito por muchos escritores de la época como un gesto heroico para la defensa de la libertad y de sus instituciones. Un ejemplo es la obra del editor J. Baker, que imprimió en Londres una obra, La deplorable historia de los catalanes, en el que asegura que la actitud de los catalanes durante la guerra de Sucesión conmovió toda Europa: "El heroísmo y la tenacidad de este pueblo en defensa de las sus libertades fueron elogiados incluso por sus enemigos ".

Llegamos así al episodio culminante de la noche del 10 y la madrugada del 11 de septiembre de 1714. Berwick prepara minuciosamente el asalto a Barcelona y de madrugada sus hombres entran en la ciudad. Los combates fueron durísimos. Rafael de Casanova fue herido enarbolando la bandera de Santa Eulalia, y como él, muchos ciudadanos, otros murieron. Ante esta situación, Villarroel como jefe militar de Barcelona tomó la decisión de rendirse para evitar la derrota total de la ciudad y los dioses defensores.

La consecuencia de la Guerra: el Decreto de Nueva Planta

La primera consecuencia de la batalla llegó tan sólo cuatro días de la capitulación de Barcelona. El 15 de septiembre de 1714, Felipe V sustituía la autoridad de la Generalitat y del Consell de Cent. Después, los dirigentes de las fuerzas militares catalanas eran exiliados, encarcelados o condenados a muerte. La Universidad de Barcelona era obligada a cerrar sus puertas, en detrimento de una nueva creada en Cervera, y se decretaba el uso oficial de español en lugar del catalán.

De esta manera, Cataluña era sometida al nuevo régimen absolutista y centralista de la casa de los Borbones y perdía todo el poder político. El territorio en comarcas quedaba dividido en veguerías, y el máximo órgano de gobierno era otorgado a un cargo militar: el del capitán general, asistido por la "Real Audiencia". La nueva situación del Principado quedaba definitivamente estructurada por el Real Decreto de Nueva Planta el 16 de enero de 1716. Entonces se inauguraba uno de los períodos más tristes de la Historia de Cataluña, el de la decadencia de la lengua y la cultura.


Nota: Pero siempre permanecerán con nosotros las palabras dichas por el Presidente de la Generalitat Lluís Companys, fusilado por las fuerzas afines al golpe de Estado del General Franco: "Volveremos a luchar, volveremos a sufrir, volveremos a vencer!!".