Los recien nacidos

Antes, los niños llegaban con un pan debajo del brazo. Actualmente, si te descuidas te roban el pan y el brazo. Según un estudio, criar un hijo hasta los dieciocho años cuesta entre los 90.000 y 190.000 euros a los padres. Después hay quien se extraña porque Catalunya sea el país del mundo donde nacen menos niños! Aquí, si tenemos 90.000 euros, preferimos invertirlos en la compra de una plaza de aparcamiento en el Eixample, para poder alquilarla. Que también es como una guardería, pero para coches.

Pero es que a parte, este estudio se ha quedado corto. Yo no entiendo como los bancos no crean una línea de crédito que se denomine Credy-Baby, “téngalo ahora y páguelo en cómodos plazos y si no lo paga nos quedamos el niño”. Y los cajeros automáticos, habilitados como guarderías. Un montón de niños, buaaaa, buaaaa….”De quien son?” “De padres que no han podido pagar”.

Para empezar, ya gastas mucho antes que nazca. Lógico, no tendrás un hijo y lo pondrás a dormir dentro de un armario o lo vestirás con la ropa de los muñecos Geyperman o de la Barriguitas que tenias de pequeño. ¡No! El niño necesita su cuna, su ropita, su cochecito…y lo que es peor, todo esto ha de ir en algún sitio! No puede estar en el pasillo, ha de ir a….? Si, lo habéis acertado: la habitación!!. La mundialmente conocida como la habitación de los niños!!. Esta habitación, en una pareja normal, cuando te casas y no tienen crios, qué era? El despacho. En casa, los matrimonios siempre dicen: “Esto es un despacho, es como un estudio…” Pero no van nunca a estudiar. Allí está el ordenador, con Internet, para chatear…

Esto es lo más duro de todo. Este despachito que tanto querías, aquel despachito donde te encerrabas el viernes por la noche para ver…para ver lo que ven los hombres el viernes por la noche, vaya… Pues bien, de golpe este lugar se ve ocupado por un ejército de muñecos de peluche, que hasta da un poco de miedo, todos aquellos muñecos allá…. Y toallitas con bordaditos. Donde tenias puestas fotos de la Laetitia Casta aparecen cenefas de colores pastel!! Un día entras en el despacho y dices: “Qué ha pasado aquí?”. Todo de cenefas!!! La dimensión desconocida!! No las ha puesto nadie, las cenefas!! Aparecen solas!!, llenas de dibujos de globitos y ositos risueños. Pero esto sí, llega el cargo de la Visa, y ves que solas, solas, nos han llegado, las cenefas.

A parte, todo esto de los niños tiene un vocabulario propio, y si no lo dominas…que mal!! No puedes entrar en una tienda y decir: “hola, quiero comprar un coche para un bebé”, porqué lo primero que te dirá el vendedor es: “Oh, un cochecito, un cochecito…Cuco o Maxicosi?”. Que Maxicosi parece una enfermedad de conejos. “Hemos tenido que matar a los conejos porque tenian maxicosi”. Pues no, no es una enfermad. Y tu, haciéndote el chulo dices “Maxicosi”, sin saber lo que es, pero como suena más moderno que Cuco…Cuco queda quico.

Y el mueble cambiador? Si tienes un niño, has de tener un mueble cambiador. Yo no tengo niños, pero el otro día lo vi en casa de un amigo. Me dice “Tengo un mueble cambiador”. Que total, no es más que un mueble para cambiar pañales. Yo pensaba que era un mueble que se convertía en mesita de noche, en silla…No, no, no. Cambiar, para cambiar al niño!! Y que no se te ocurra decirle al vendedor: “Y cambiarle los pañales no se puede hacer en otra parte?”, porque el vendedor te mirará como diciendo “Mal padre!! Donde lo cambiará? en el fregadero? Qué quiere, meter el niño dentro del escurridor?”. Dices “no, no, Dios me guarde!! Va, mueble cambiador, mueble cambiador…”

O los biberones!! Que te dicen: “como los quiere? de vidrio o de macrolon?” Los que tienen niños ya saben de qué hablo. “De macrolon, va!” ."Y las tetinas? De látex o silicona?" Tu que nunca en toda tu vida te habas preocupado de cómo eran las tetinas, ahora te has de preocupar si son de látex o de silicona! Dices: “de silicona”, que siempre da más morbo, no?. Dice “vale, y con válvula antihipo o sin válvula antihipo?” Dices “es igual, sin válvula, ya le daré un cachetito en el culito, hombre!!”.

Y vas comprando todo que cosas que hacen que la casa parezca un laboratorio. El calentador de biberones, el esterilizador de biberones, el Método Milton… Que hasta que no tienes un hijo te piensas que el Método Milton es para aprender inglés o un método de tortura, y resulta que sirve para esterilizar biberones! O sea, si, era un método de tortura!

Y con la ropa igual: siempre hay quien te dice: “ya has comprado las chambritas para el niño?”. Tu miras a tu esposa, “nena, dice si hemos comprado las chambritas”, que tu no sabes qué quiere decir chambitas. Y el primer día que oyes la palabra chambrita te piensas que están insultando al niño. “Chambrita? Mi niño es un niño-niño. Que tiene pistolita, que la he visto yo, eh?".

Lo más preocupante es que a medida que el niño va creciendo, los gastos también. Porque a parte de pagar la escuela, has de pagar las clases de judo “Por qué quieres que el niño haga judo?”. “Para que el niño se pueda defender”. Bueno, vale. Y piano, inglés, árabe, natación y parapente. Este niño va de culo, mientras va nadando va aprendiendo árabe, y toca el piano con los pies. Y aún vino la abuela y dijo: “Yo, este niño, creo que ha de aprender flauta” “Cuando, abuela? Cuando?”.

Ahora, además, los niños de doce años ya quieren un móvil. Y no son móviles cualesquiera, no. Quieren el último modelo y la Wii ¡! “Papa, cómprame la Wii. Cómprame la Wii.” Esta frase se oye en todos los domicilios de Catalunya. Y te pone tan nervioso que te hable de esta manera que al final se la compras.

Y lo más grave es que, actualmente, los hijos no se van de casa a los dieciocho años. “Niño, te tendrías que marchar”. Y el niño partiéndose de risa: “Yo, hasta los treinta, no me lo planteo”. No marchan ni con agua caliente!! Y de los dieciocho a los treinta vienen los gastos más grandes: “Papá, quiero un coche” y le compras el coche. “Papa, quiere ir de vacaciones”. y le pagas unas vacaciones. “Papa, que me caso” y le pagas el convite. “Papa, quiero tener un hijo”, y terminas comprándole a tu propio nieto.

Monólogo de Andreu Buenafuente