miércoles, 24 de febrero de 2010

Idolos de barro

Es frecuente ver en los telenotícias en el apartado de “Deportes”, el momento en que los jugadores de cualquier equipo, bajan del autocar que los lleva hacia cualquier estadio y pasan ante los seguidores que se hayan esperándoles sin tan siquiera dirigirles la mirada, ni una sonrisa, ni el más mínimo gesto con la mano. Siempre, siempre, andan con el celular pegado a la oreja, pero eso si, sin mover los labios ¿será que a toooodos les llaman por teléfono al mismo tiempo y ellos nunca hablan con su interlocutor? ¿o será que se trata de falsas “llamadas”? No dudo de que tengan prisa, pero esto más bien parece una vulgar excusa para pasar de largo ignorando a tantos niños, muchos de ellos acompañados por su padres debido a su corta edad, que a buen seguro llevan largo tiempo esperando verles de cerca, saludarles. ¿Firmarles un autógrafo? Eso seria ya pedirles demasiado esfuerzo. ¡¡Que poco recuerdan algunos que cuando eran jovencitos ellos tenían esta misma ilusión!!

Este hecho siempre me ha producido cierto enojo, pero lo ocurrido ayer ¡¡me enojó en gran manera!!. Un importante equipo de fútbol de mi ciudad ayer jugaba una competición europea en Sttutgart (Alemania). Cuando llegaron a destino, la zona estaba acordonada para evitar tumultos y dejarles el paso franco entre el autobús y la entrada de vestuarios. Pero he aquí que, dentro de “la zona de seguridad” ,se encontraba un muchacho postrado en una silla de ruedas y con una notable inmovilidad de las extremidades superiores. Sobre sus piernas, habia una camiseta correspondiente al equipo en cuestión, y, a medida que iban pasando ante él los jugadores, él levantaba con grandes esfuerzos el brazo derecho en cuya mano portaba un bolígrafo, en señal de ofrecimiento.

Ninguno de los “divos” le prestó atención, ninguno de los “dioses” se acercó a él y tomando el bolígrafo estampó un autógrafo en la camiseta. Que maravillosos seres humanos ¿no?. ¡¡Que poca vergüenza!!

3 comentarios:

Maita dijo...

Mierdosos, eso es lo que son. Unos paletos con disfráz de divo del tres al cuarto. Ninguno de ellos vale un pito. Pero he de decir que no tienen toda la culpa, la afición que los sube a los altares es muchas veces la reponsable de que éstos señoritos se crean que están por encima del bien y del mal.

Beto dijo...

Y yo con tantas ganas de firmar autógrafos....

Beth dijo...

Ayyyy pues no sabiamos Beto!! pensábamos que por la lógica prevención de no estampar la firma así como así para que Doña Carlota no pueda hacerse con ella y a partir de ahí falsificarla para véte tu a saber que oscuros motivos, no firmabas autógrafos.

Pero, please, nos firmas uno? (ya nos cuidaremos de que no vaya a parar a malas manos):-)