martes, 23 de febrero de 2010

20 horas contigo, una vida sin ti

Días antes…

Algo extraño pasaba con X, se le podía ver haciendo cosas que no frecuentaba hace muchos años, se le notaba meditabundo y preocupado, algo eufórico y anhelante como si fuese a recibir un premio y él no sabía porque se lo daban, no había hecho ningún mérito. Sólo comprendía que desde el día que viera con cuerpo a esa voz que por las noches venían a sus oídos y retumbaban junto a los zumbidos de sus tímpanos destruidos, la recordaría toda su vida; porque él era uno de esos espíritus que guardaba imágenes y señas particulares, que nadie jamás ve, para luego cuando en medio de su soledad sentía hundirse en la miseria de su vida, las recogía del tiempo y le fabricaba hologramas, le daba cuerpo, vida y sentimientos que él buscaba; y así se hacía compañía noche tras noche, día tras día, pena tras pena, lamento tras lamento.

X no se sabía explicar el mensaje que sus lágrimas dejaban al salir, siempre le quemaban el rostro y dejaban profundas huellas a su paso, cogió un papel con la intención de escribir uno de sus textos. Escribió el nombre de ella con letras grandes y lo pegó en la cabecera de su cama para soñarla:

Pequeña Marieu. Es la primera vez que escribo tu nombre, es la enésima vez que estoy pensando en ti, sin conocerte, sin saber tu apariencia, sin saber el color de tus ojos y de tu piel, sin ver el rojo de tus labios, sin sentir tu fragancia de mujer, ni ver tus cabellos al viento. Todo es tan extraño, cada palabra tuya es mágica.

Marieu. El nombre tuyo es quimérico e inmortal. El nombre tuyo asemeja a diosas capaces de controlar la vida humana. El nombre tuyo es de heroínas de mitos y leyendas, tu nombre es el hacedor de la vida y de la muerte. Es magia, fantasía, irrealidad.

Marieu. Te estoy extrañando sin conocerte, eso es raro, es peligroso. No puedo dejar que te apoderes de mi alma. Eso nunca.

X intentó seguir escribiendo pero ya no pudo, toda la noche no hizo más nada, cogió lo que había escrito y lo guardó debajo de su dura almohada. Intentó leer algo pero su vista se nublaba, su mente no razonaba, sus fantasías volaban por el espacio, su cuerpo quedó inerte al pensar que dentro de unos días la conocería.

Viernes 21

X había salido de su cubil nefasto, caminaba sin fijarse que el sol quemaba, caminaba sin sentido, intentaba pensar, pero cada vez que lo hacía se arrepentía de haber dado su palabra de acudir a la cita, ya no podía hacerse atrás, no podía renunciar, había dado su palabra, lo único que para él tenía un valor incalculable.

Llegó al lugar acordado una hora antes, se sentó y comenzó a leer el libro que llevaba: Poesía completa de Fernando Pessoa, un libro que lo había acompañado desde que aprendió a leer. Siempre pensó que los versos del portugués debió haberlos escrito él, así como otras obras y canciones que le jodían el cerebro, caso de : La guerra del fin del mundo, Luz de agosto, El túnel, El mundo es ancho y ajeno, El sexto, Sobre héroes y tumbas, Los siete locos, Trilce, todo lo de Poe y Dostoievski y muchos con los que él se sentía identificado e incluso llamaba ‘hermanos espirituales’. Debía esperar sesenta minutos eternos, sesenta minutos en que muchas cosas pasarían por su mente, todas las calamidades y frustraciones son mujeres que había tenido, aunque pocas, pero muy profundas y muy eternas. Cogió su lapicero e intentó escribir algo:
Hoy es el día que veré el brillo de tus ojos, hoy disfrutaré tus estados depresivos y tengo miedo. Miedo de conocerte y verte. Miedo que te espante mi dificultad con el mundo. Miedo que seas una de aquellas almas que pregonan un estilo de vida sin vivirla. Miedo de no ser el que esperas encontrar. Miedo que seas tan bonita y quedarme sin nada que decirte. Miedo de tu mirada. Miedo de tu limpieza. Miedo de todo.

Los minutos pasaban y X veía su reloj insistentemente. Después de siete años que X tenía una cita con una chica. Después de tantos años quiso ir al lugar con ropa digna, había recurrido a las trivialidades del caso, perfume suave pero inolvidable, corte de cabello y hasta practicado una sonrisa digna de cualquier político de turno.

Habían pasado 25 minutos después de la hora acordada, cuando X a muy pocos metros divisó a una chica que buscaba a alguien, él intuyó que era Marieu, ella llevaba un polo negro y una blusa negra, unos blue jeans y un cigarrillo a medio acabar en la mano. La sangre de X comenzó a correr a toda velocidad por todo su cuerpo, sus manos temblaban, no podía sostener siquiera el libro que llevaba, su respiración se dificultaba, sus piernas se doblegaban, sus ojos se cristalizaban, X era un manojo de nervios. Agachó la cabeza para que la chica no lo viera y se fuera y así poder largarse a algún bar y refugiarse bajo la sombra de una botella; pero de pronto vio una sombra delante de él, alzó la vista y vio la cara de aquella mujer que en los días previos siempre venía por la noche y se colaba en sus sueños:

Tú eres X… - murmuró la chica.

Las palabras no le salían a X, que sólo atinó a dibujar una sonrisa nerviosa. La chica volvió a insistir:

Me imagino que sí.

X se quedó callado hasta que al final respondió balbucientemente:

Tú eres Marieu.

El rincón era oscuro, el aire ondulante era cómplice displicente de aquel encuentro. Hablaron de cosas que más tarde martillarían la cabeza de X al tratar de recordar cada palabra, cada detalle, cada gesto. Marieu era hermosa, su cara redonda y sus facciones de niña buena; sus ojos marrones; sus cejas, qué divinas cejas Dios mío, sin depilar, naturales y virginales: sus labios carmesí eran delineados por la madre naturaleza tan perfectamente que no necesitaban nada artificial; su cuerpo epicúreo, sus manos delicadas, su piel era excesivamente nívea, sus uñas que brillaban en esa bendita noche, ella era un alma que jamás X imaginó.

Caminaron hasta el Boulevard Chabuca Granda, El recorrido no pudo ser otro, él la llevó por aquella Lima que él conocía perfectamente. El tour comprendía un recorrido puteril, X la llevó por todas las calles por donde abundan las putas “si yo fuera puta, cómo me iría… mírame bien” le dijo ella coquetamente; él la miró de pies a cabeza y pudo comprobar que esa mujer era más bonita de lo que él imaginaba. Penetraron en la Lima que todo transeúnte ignora.

Las campanas de la catedral comenzaron a sonar y X se dio cuenta que ya era demasiado tarde y que le había contado demasiadas cosas personales, era demasiado tarde, ella sabía ya muchas cosas de él. Era un guerrero desarmado. Ella le tomó de la mano y lo acercó a su cuerpo, él la abrazó fuertemente como queriéndose fundir en un solo ser. Hacia siete años que no abrazaba a nadie con tanta pasión, con tanta entrega, con tantos deseos de no dejarla partir; Los labios se buscaron… y se besaron, ahí… sobre el río, mientras pirañas y vagabundos caminaban por la orilla como sombras del más allá, se besaron furtiva e incoherentemente. Quedaron abrazados por unos minutos, caminaron de regreso cogidos de la mano, la madrugada llegaba sigilosa, ellos eran un par de almas deambulando por entre los dédalos de la intransigente ciudad.

X llegó a su casa pensando en lo ocurrido, era tan sólo un hechizo que la noche había preparado pero que al amanecer todo seguiría siendo tan nefasto y traicionero como antes. Echado sobre su cama miró el techo, el desorden de su habitación, los discos y libros desordenados por el suelo, buscó debajo de su almohada lo que estaba escribiendo noches atrás y continuó inspirado:

Marieu. Efebos duendes rondan en mi habitación, se ríen a carcajadas de mí. Siempre ha sido así, pero hoy esas risas las siento más lacerantes, hacen más daño ¿Adivinarán lo que me pasa? Los espíritus cada noche me acompañan a dormir ya no lanzan sus alaridos lastimeros ¿Sospecharán que algo me sucede? Las estrellas y la luna ya no me miran tristes como cuando lloraba en silencio ¿Mirarán lo que estoy haciendo?

Marieu. Ya nada es igual, maldita sea todo esto que me está pasando. La luz que entra por mi ventana ya no es tan fría y oscura. Morfeo me invita plácidamente. Mis delirios, mi paranoia, mis tormentos, mis recuerdos, mi soledad, duermen en la esquina de mi cuarto y ya no en mi cama ¡Algo me está pasando! ¡Qué me sucede!.

Marieu. No te reconozco demasiado y has trastocado demasiadas costumbres. Esto lo escribo por si un día despierto y no soy yo. Por si un día tenga que buscar una culpable. Por si un día despierte y no encuentre mi melancolía y mi soledad.

X no pudo seguir escribiendo más, tiró el papel y el lapicero debajo de la cama.

Sábado 22

Se encontraron de nuevo muy temprano, X pensó que ella no vendría, que se había arrepentido, pero se equivocó. Fueron donde se puede observar toda la ciudad, las horas transcurrían sin que ellos se percataran. La noche los sorprendió en una de las bancas de Quilca. Hablaron de muchas cosas, se contaron parte de su vida, se miraron fijamente y X ya no bajaba la mirada se había compenetrado tan bien con ella. Pero él dentro de si se decía que los sueños que se hacen realidad, jamás duran. Fue tan cierto cuando ella le dijo: “Después de hoy, no nos volveremos a ver, mi padre ha decidido que viajaré”.

X pegó su cabeza en el vidrio de la ventana del taxi que lo llevaba a su cubil, miró su rostro reflejado, miró más allá y se encontró con la oscura noche, miró el cielo y le dijo: “ Por qué eres tan injusto conmigo, Dios”. Buscó sus bolsillos y pudo comprobar que tenía algunos billetes, eso le resignó finalmente, porque podía prolongar una semana más su estancia en este infierno.


Otras ocho horas más.

Esta madrugada en que la calma ha vuelto ha estacionarse en mi cabeza. Esta madrugada en que los rostros invisibles se han marchado, pero prometieron volver cada vez que mire fijamente a sus ojos como esta madrugada. Hoy he decidido destruir tres nombres y desmoronar los muchos recuerdos que me acompañaron en medio de la calamidad de mi vida. Fueron esenciales en su momento, fueron un madero en los años en que me hundía en la miseria de mis depresiones, fueron una lamparilla en la oscuridad de mi túnel, pero hoy, son simplemente, nada.

Hoy he decidido apagar esa flama que parecía eterna, (continuará en mi próximo post, ruego paciencia)

L. A.

6 comentarios:

Beto dijo...

Felicidades L.A. me gustó esto que escribiste, es excelente amigo, si tendré paciencia, pero no mucha, ok?

Alicia dijo...

La forma en la que escribes, me sigue despertando sentimientos afines con el personaje.
Quien no ha pasado por un momento de gloria que se desea interminable, imperecedero y en unos instantes se rompe en mil pedazos cual delicada copa de bohemia.
La dos sensaciones contrapuestas son algo fácil de sentir pero difícil de explicar.
En tu narración la primera parte de estas dos situaciones, es descrita con verdadera sincronización en los detalles, aunque si soy sincera se me ha hecho corta, me hubiera gustado que te regodearas más, eres un especialista en describir sentimientos, lugares, sensaciones, ambientes. En tus escritos se pueden percibir los olores, el frío, el calor, la lluvia, el miedo, el nerviosismo.
Es como si lo hubieras escrito demasiado deprisa.
Así y todo estoy deseando seguir leyendo.
Gracias LA y perdón por la crítica, pero me gusta ser honesta.

Anónimo dijo...

¡Ay Dios! críticas, críticas..., estoy creado para las críticas, Gracias Beto, Gracias Alicia por su honesto comentario, la verdad el texto es algo más extenso pero consideré acortarlo (como le dije a Beth, lo estaba modificando) para el blog y así no aburrir con extensiones, además me agrada eso de causar en el amigo lector las ganas de seguir leyendo y querer más. A veces se quiere saber todo acerca de las situaciones con Marieu, lo digo porque cuando yo leo lo que escribo intento no difundir mucho sobre aquellas situaciones, sino el sentimiento, gracias nuevamente, si me tienes un poquito de paciencia pronto le daré a Beth el siguiente escrito "Otras ocho horas más".

L.A.

amaranta dijo...

Uffff de paso,que no estoy entrando como quisiera a este Blog,hoy domingo...con algo de imsomnio,entro un rato y lo que primero me llamo la atencion es el escrito tuyo..L.A,porq se que me iba a "'mover el piso"( es lo que digo,cuando algo me impacta ).Lo lei dos veces,porque pense que no lo habia ägarrado"del todo.Y obvio,la segunda vez,me atrapo mas la historia..

Ni se te ocurra "dejar"de escribir nunca, y en este Blog,menos que sabes que tienes seguidor@s fieles.

No se si soy buena en la critica,pero lo que si te podria decir,es no es justo que nos dejes mucho tiempo sin la continuacion de esta historia,y lo de rapido que decia Alicia,no me lo parecio,sera que como soy una "come libros"cuando alguno me gusta de verdad,me lo devoro,aunque de repente,lo vuelva a leer con mas calma../

Bueno ,mas nada que decir,un monton de saludos,desde el otro lado del charco..jjeje

Beth dijo...

Amigos a eso en España se diria "meter presión", en este caso al escritor. Pero dejad las uñitas tranquilas, no las devoreis, que a buen seguro Luis pronto me enviará la continuación del relato. ¿A qué si, Luis? :-)

Misántropo dijo...

Revista: Generación X, 1999.