domingo, 11 de abril de 2010

El cambio gramático

"El otro calentamiento global nos está dejando sin reservas naturales de palabras, que después de gastarlas como las estamos gastando, a ver quién es el guapo que se pone a enseñárselas a nuestros hijos.

Conceptos tan grandes y universales como la Libertad, que tan buenas tardes les dieron a los circos romanos, o buenas noches a los conquistadores españoles, hace un rato que han pasado a ser patrimonio de la humanidad que más la imponga. Basta un retardado ex alcohólico poseído por el espíritu de John Wayne con ínfulas de alcaide del planeta, para aguarle la fiesta a todo aquel que cometa el mayor delito que se pueda cometer en estos tiempos que vuelan, haber nacido sobre una bolsa de crudo, y encima pretender quedarse.

Y si eso le ocurre a la Gran Madre Libertad, imagínate a sus sobrinos, derechos más pequeños, pero no por ello menos fundamentales. En este caso, como son manejables y portátiles, todos estamos invitados a rebajarlos a la condición de arma arrojadiza contra todo aquel al que se le ocurra tocarnos la Moral. Es otra de las ventajas de ser ciudadano de este "mundo libre". Si te atacan amparados por la libertad de información, tú te defiendes con el derecho a la intimidad; contra la acusación de infamia, la libertad de expresión, y si un grupo de pseudopersonas se te instalan y hasta allanan tu casa; cuidado, porque igual alguien decide que por encima del derecho a la propiedad privada está el derecho de una vivienda digna.

Otros conceptos mucho más difíciles y peligrosos contribuyen al efecto invernadero, rebotando una y otra vez en la opinión pública hasta hacernos prácticamente inmunes. El concepto "guerra", por ejemplo, se hace ya tan familiar como los términos:
"desplazado" "refugiado", "parado", "ayuda humanitaria", "epidemia", "huracán", "inundación", "terremoto", "golpista", "tribunales", "extradición", "conflicto", "terrorismo", "lucha armada" y "facción".

El clima ya no es lo que era. Está claro. la crispación esa eterna borrasca en la que algunos parecen instalados y que es tan fácil de mantener como dejarse los chuzos de punta, nos impide ver el sol anticiclónico de las pequeñas cosas.

Y las pequeñas cosas están hechas normalmente de buenas noticias, y la buenas noticias son precisamente las que no interesan. Nadie habla de lo bien que se lleva un matrimonio hasta que él la descuartiza por no acercarle la cerveza una tarde de rabioso calor. Nadie habla de lo maravillosamente bien que huelen las buganvilias un sábado de mayo por la mañana hasta que un ex alcalde corrupto aparece muerto entre ellas. Nadie habla de lo grande que es sentirse joven hasta que un grupo de descerebrados apuñala y apaliza a un similiar. Y nadie habla de lo grande que es conseguir tu primer trabajo en un país que no es el tuyo hasta que unos cuantos como tú son encontrados muertos en un trozo de balsa a las puertas de la salvación. Nadie habla porque nadie quiere oír hablar de eso, y si nadie lo compra, eso no vende, y si eso no vende, eso se quita, y punto.

Pero no nos preocupemos. Los grandes grupos mediáticos/empresariales/políticos tienen bien tomado el pulso al termostato del miedo, y no van a dejar que la actualidad nos deje de interesar por nada del mundo. Un par de grados más durante todo el año, y ahí andamos todos a la greña, como si nos fuese la vida en lo que se gritan desde un hemiciclo cuatro monigotes que parece que hayan estudiado sólo porque llevan corbata.

Y cuando los que parece que fuimos educados andamos así de mal, igual habrá que escuchar a los verdaderos filósofos de toda la vida. Aquí que cada cual elija. Yo he vuelto a escucharme con otro ojos los discursos de las Misses recien coronadas. Bellezas perfectas, fuera de lo común, cuyo único defecto parece ser no pensar tanto como los demas, como si eso en realidad fuese un defecto. Encima son felices con un bikini y una corona al año, de hecho son tan felices que desean el fin de la guerra, del hambre y de las grasas vegetales. Mírame a los ojos y dime que no nos iria mejor si una de ellas gobernarse el cotarro.

No sé, supongo que la gran pregunta que estoy tratando de eludir es cómo nos afectará eso a los ciudadanos de a pie. Qué ocurre con la microemocionía. Qué pasa con aquellos conceptos significantes, que es que uno ya no sabe si los siente de segunda mano o es que los ha oído sentir. Emociones en peligroso de extinción, lágrimas que cotizan cada vez más al alza, pues necesitan de más imágenes, más impactantes, más fuertes, más cercanas, para hacernos comprar la conmoción de moda.

Igual que cuando pronuncias tu primer "te quiero", y te suena como de estreno, huele tan a nuevo, recién salidito de la caja, el único que has dicho y el único que dirás en tu vida. Un dia, de pronto, te das cuenta de que quieres volver a decirlo, pero con otra persona, y como no quieres sentir de repesca, empiezas a añadirle apósitos para hacer la ocasión tan especial como realmente crees que se merece. De un simple y puro "te quiero" pasas al "te quiero mucho", "te quiero como no he querido antes", "como nunca querré a nadie", etc. Y es que ese primer "te quiero" se te gastó de tanto usarlo con tanta gente que al final se fue, llevándose cada uno su pedacito de verdad.

Lo mismo pasa con el diccionario pareja-resto del mundo, resto del mundo-pareja. Cada par de dos construye el suyo propio a golpe de ganas, un idioma tan privado que sólo ellos entienden y saben conjugar. Y este lenguaje nace y muere con la misma relación. Lo que se ha usado una vez está vetado para las siguientes. Cuando ya has llamado "pequeñaja", cuando ya te han llamado "gafotas", cuando ya has llamado "ricitos", cuando ya te han llamado "mi amor", eso como que no se puede ni se debe usar con nadie más, bajo serio riesgo y peligro de llagar tu corazón. Pero esto a qué venia. Ah, si, por lo del clima.

En fin. Que está todo tan nublado que te dan ganas de cruzarle la cara al que te viene diciendo que mañana saldrá el sol. Cuanto más grandes se hacen los nubarrones, más le da a uno por recluirse en su pequeño mundo, con sus más cercanos, que tienen sus defectos, pero al menos son conocidos, sinceros, demostrados y aceptados como son. Y eso que siempre he defendido lo contrario. El viaje continuo, el trayecto hacia otras formas de pensar, el apasionante destino que cada persona supone en tu vida.

Será que yo me hago mayor.

Será que el mundo se hace pequeño."

Articulo de R. Mejide.

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