jueves, 29 de abril de 2010

Amor, con amor se paga


Muchas veces nos refugiamos en la máscara de la indiferencia respecto a los demás. Quizás llevados por anteriores desengaños o miedo a entrometernos en demasia en sus vidas privadas.


Este miedo, este respeto, siempre ha de tenerse en cuenta, pero no hasta el punto de hacernos olvidar que al fin y al cabo todos tenemos ojos para ver, boca para hablar, y brazos para abrazar a aquel que lo necesite. Y no seamos tacaños en el momento de proporcionarles tale regalos, estos “bálsamos para el alma”. Puede ser que no esté en nuestra mano liberarles de sus pesares, pero sí de sentirse atendidos y comprendidos.

Porque si damos amor, lo más seguro es que también lo recibamos a cambio. ¿Hay mejor pago?

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