viernes, 27 de noviembre de 2009

Y tú ¿cómo te llamas?


"Con las extravagancias nominales que este inicio de siglo nos está ofreciendo, es obligado hablar una y otra vez de los nombres que la gente pone hoy en día a sus hijos. Perdidos ya los referentes tradicionales e instalados en la subcultura, sin reparo alguno la gente se lanza en brazos de las excentricidades.

La tendencia a poner nombres delirantes viene de la sustitución de lo habitual por placebos globalizados. Cuanto más banales son las estrellas del momento, más potencia esa moda.

Hoy, a ningún quillo mediático se le ocurre poner a sus hijos que no sean insólitos. Si no lo son, no molan. La cantante Gwn Stefan y el músico Gavin Rossdale le pusieron Zuma a su hijo, porque en árabe zuma significa paz. Que bonito, dirán ustedes. Qué bonito, digo yo también. Pero resulta que, en nahuatl, zuma significa “Dios frunce el ceño enojado”. A mi me encantaría llamarme asi, pero dudo que es fuese la intención de Stefani y Rossdale.

¿Y el futbolista Wayne Rooney? Ha tenido un hijo y le ha puesto Kai. Bueno, pues resulta que en finés, kai significa “probablemente” y “¡páralo!” en yoruba.

El caso de Tom Cruise y Katie Holmes es aún más interesante. Tuvieron una hija y, de nombre le pusieron Suri. Ahora resulta que, en japonés suri significa “carterista” y, en francés, “ácido, agrio, amargo, avinagrado…” Opción “a” (en Francia): “¡Avinagrada, ven p’aquí!”. Opción “b” (en Japón): “¡Carterista, ven p’acá!”.

Desde el arte plástico a la gastronomía, buena parte de los humanos vive más obsesionada por la originalidad (una originalidad que de tan repetida deja de serlo) que por la calidad. Por eso –para evitar problemas a los que quieren que su hijo se llame como nunca nadie se ha llamado antes- hay una empresa, Today Translations, que asesora a los padres sobre los nombres que pueden poner a sus hijos. En un mundo global, nunca sabes si el crío, de mayor, acabará trabajando en Copenhague, en Teherán o en Singapur. Todos los ejemplos citados en los párrafos anteriores los pone en su carta de presentación Today Translations, que ofrece a los futuros padres –famosos o no- la posibilidad evitar que, luego, en algún idioma que desconocen, el nombre de su hijo signifique algo desagradable.

El último caso de nombre original que ha saltado a la prensa es el de una pareja británica, de Dorset. La mujer estaba embarazada. Cuando empezó a romper aguas, cogieron el Kia y salieron disparados hacia el hospital. Pero el parto era tan inminente que se dieron cuenta de que no llegarían a tiempo. Decidieron parar. La madre dio a luz en el asiento trasero del coche. Todo fue bien: una niña preciosa. De modo que, para celebrarlo, no le pondrán el nombre que habian escogido. Le pondrán Kia: por el coche. Llegados a este punto, la criatura puede dar gracias al cielo de no haber nacido niño, ni en un Mitsubishi Pajero."

Editorial de Kim Monzó

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