martes, 20 de julio de 2010

Ultrajes

Algunos amigos nos envían correos de esos que circulan por la red sobre curiosidades varias. Así hemos podido conocer desde los beneficios inconmensurables de la fruta en ayunas hasta los teléfonos fijos que se esconden detrás de los 902 que nos desvalijan fingiendo que nos informan. Pero hoy me ha llegado un e-mail con un contenido que no sé si me tiene que parecer bien o me tiene que parecer mal. Lo manda una persona que suele enviar cosas en plan denuncia. Con sus correos me entero de las perversas intenciones de la Comunidad de Madrid de privatizar el agua corriente o de la destrucción de glaciares en Chile por intereses económicos. Digo esto porque, quizás, al ver su nombre en el remite, ya me he puesto un poco en pie de guerra.

Desde esa predisposición, el título del asunto era de lo más sospechoso "Lo que García Márquez piensa de las mujeres". Ajá, me he dicho como impulsada por un resorte, con que esas tenemos. Acto seguido, el título del poema (se trata de un poema) del escrito colombiano confirmaba los peores augurios: "El dulce sabor de una mujer exquisita", vaya por Dios. Pues con Roma hemos topado, me he dicho tirando de frase hecha para calentar los motores del ultraje, ya estamos con lo de siempre. Las mujeres y los sabores y las mujeres y las dulzuras y esto y lo otro. A ver si vamos a tener que saber a pera para toda la vida, mira tú, mientras ellos campan a sus anchas con el olor a neumático. De esta guisa, he empezado a leer.

Pero resulta que la primera parte de la pieza consiste en una serie de condiciones que requiere la mujer -en opinión del autor- para ser exquisita, que, pasando por alto, si se puede, la losa de la exquisitez femenina, pues no me han parecido mal. Que si no has pasado por el quirófano, ni te importa estar gordita, mayor, poco tersa, poco morena de piel, poco rubia de pelo y nada maquillada, viene a decir, pues vas bien. Ah, vaya, pienso desconcertada, entonces le gustamos en plan natural. ¿Será entonces este un texto con el que estar de acuerdo?. ¿Me lo ha mandado mi amiga no para que me enfade, sino para que me alegre un poco?. ¿O es que yo no me estoy enterando del intríngulis y aquí hay gato machista encerrado?. ¿No será que está criticando mi feminidad?.

Avanzo en la lectura del poema y las condiciones para ser exquisita dan por fin el giro esperado. "Si crees que la fidelidad sí es posible y la practicas / si sabes cómo se prepara un arroz / si puedes preparar un almuerzo completo con postre...". Ajajá, me digo, ahora sí. Ya se ha descubierto el pastel. Nosotras, fieles alrededor de la cocina, y ellos, as u aire, me digo con cierto alivio. Pero no. Resulta que la segunda parte del poema pone las condiciones para el hombre exquisito, y lo de la cocina y la monogamia también es requisito indispensable para ellos. "Una mujer interesante -dice también- no es aquella que se siente halagada al ser admirada por su belleza y elegancia; es aquella mujer firme de carácter que puede decir NO".

Lo leo otra vez. Estoy hecha un lío. ¿Tengo que decir también NO a esto para ser realmente interesante?. ¿Alguien que esté más informado que yo me puede decir si es un poema asquerosamente machista o sensiblemente igualitario?. Es un poema sexista, eso sí, ¿verdad? No sé qué pensar. Me tienta llamar a mi amiga por teléfono. Disculpa, ese poema de García Márquez que me has enviado, me tiene un poco desconcertada. ¿Me lo has enviado para que me parezca bien o para que me parezca mal? Hoy es muy difícil saber a qué atenerse. El ultraje de cualquier índole puede aparecer por donde menos te los esperas. Ni te digo, si eres mujer. Pero respecto a este poema de García Márquez, igual el hombre, sencillamente, ha escrito un poema. ¿Tú qué opinas?

Artículo de Clara Sanchís Mira

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