jueves, 17 de junio de 2010

Una Psicosis que ya dura 50 años

"Creo que lo único que me gustó del libro y me decidió a hacer la película era la instantaneidad del asesinato en la ducha; es algo completamente inesperado y, por ello, me sentí interesado".

Las palabras de Alfred Hitchcock para explicar las razones para hacer "Psicosis" pueden sonar simples, pero fueron absolutamente proféticas. No sólo porque la escena de la ducha, donde Anthony Perkins asesina a Janet Leigh con un cuchillo, es probablemente la escena más citada de la historia del cine, sino porque el genio creador del cineasta advirtió que ese crimen, ocurrido en la mitad del filme, renovaría las estructuras del cine contemporáneo.

En un día como el de ayer pero de 1960, Psicosis se estrenó en EEUU luego de haber tenido una filmación clase B, con un equipo reducido (tomado de su programa de televisión), en blanco y negro y a costo reducido, muy diferente a sus filmes anteriores: Vertigo e Intriga internacional.

El filme adentra al espectador en un extraño motel regentado por Norman Bates, un hombre que aparentemente vive sometido por su madre, a donde llega una mujer (Leigh) que huye a California para empezar una nueva vida con su novio tras haber robado 40.000 dólares a su jefe.

La cinta fue pionera en muchos sentidos. Desafió al estricto Código de Producción con la escena inicial en que sugería un desnudo de los amantes, y con detallados planos a un baño, cosa nunca antes vista en Hollywood. Además, utilizó un marketing en el que anunciaba grandes escalofríos a la audiencia, y la banda sonora de Bernard Herrmann, repleta de violines chirriantes, erizó los pelos como ninguna en su tiempo.

Las artimañas del director llegaron al punto de impedir que el público conociera anticipadamente el final de la trama a través d ela novela de Robert Bloch en que se basaba, por lo que optó por comprar todas las copias de la primera edición del libro, cuyos derechos había adquirido por 9.000 dólares.

Psicosis se filmó en un set cerrado y se obligó a todos los trabajadores a firmar un contrato que les obligaba a no mencionar el desenlace a nadie.

Por si a alguien se le ha olvidado, aunque ello es dificilmente posible, aquí os incluyo la famosa escenita de la ducha (please, os recomiendo verla una vez ya os hayais duchado, no sea que luego empeceis a rememorarla y acabeis peleando con el pobre e inocente gato u otra mascota que tengais en casa).


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