jueves, 10 de junio de 2010

El barbero filósofo

Hoy, en la contraportada del periódico, se ha publicado la siguiente entrevista a un hombre sencillo, anónimo, un barbero "filósofo", tal como le denomina el periodista. Puede que sus razonamientos coincidan o no con nuestra forma de ver la vida, pero me permito transcribirla aquí por la gran sabiduria popular que desprenden sus palabras.

Cuando era un niño de pueblo, un adolescente cansado de cargar pesados sacos de grano sobre la espalda, Luis hirió a su padre en la mejilla con la navaja. Con la navaja de afeitar. La sangre manaba del corte y tiñó la espuma blanca, pero de aquel campesino no salió ningún gemido. Y así, el hijo pudo seguir afeitando. Y el muchacho se fue a hacer el servicio militar y dejó su casa de Coll de Nargó (Alt Urgell, Catalunya), para trasladarse a Barcelona, donde se casó, tuvo dos hijos, y siguió afeitando. Y está a punto de cumplir 74 años y sigue afeitando en su barbería del casco antiguo de la ciudad.

Periodista: Son muchos años afeitando ¿no?
Barbero: Si cuando era joven me hubieran dicho que me pasaría 44 años aquí, me habría suicidado o me hubiera vuelto loco. Pero en todo este tiempo no he faltado al trabajo ni un solo día.

¿Por qué no se jubila?
Porque esto es mi vida. Amo mi trabajo, aquí me siento como pez en el agua y, si estoy haciendo lo que me gusta, he de aprovecharlo hasta el último momento. ¿Sabe?, vivir no es una aventura cualquiera, vivir es disfrutar de la compañía de las otras personas.

Y usted debe conocer a todo el mundo.
Por aquí han pasado políticos, obispos y artistas, gente que ha tocado el cielo. Salvador Puig Antich debía tener unos 12 años cuando empezó a venir a mi barbería. Llevaba pantalones cortos y era un muchacho muy dulce. Siguió viniendo hasta que se fue a hacer el servicio militar, pero al regresar ya se había desmelenado un poco. A mi me gustaba ir de moralista y le dijo que no dejara tan solos a sus padres, que sufrían mucho. Un día me lo encontré con una mochila en la espalda y ya no lo volví a ver.

¿Quien más ha pasado por aquí?
Un día entró en el establecimiento George Lucas, el director de cine. Y rodó una escena de las aventuras de Indiana Jones y me dio 25.000 pesetas. Después supe que habría podido pedir hasta 100.000. ¡Qué rabia! ¡Pero, qué se le va a hacer!, no importa. Seguiría estando como ahora. He conocido mucha gente con poder, pero no soy ni más feliz ni más desgraciado que ellos. Al final, la vida nos lleva a todos al mismo lugar.

Su barbería está igual que hace 100 años ¿Por qué?
Porque soy un animal de costumbres. Si me quisieran matar lo tendrían muy fácil. Hace años que ando por las mismas calles, cada día.

¿Y no ha tenido nunca la necesidad de hacer otra cosa?
Es que no somos libres. La vida no es como tu la diseñas: no eres dueño de tu vida, sino que la vida es propietaria de ti. ¿Sabe cual es la clave para no acabar loco? Conformarse con lo que te da la vida.

Pero usted no se conformó con el campo y por eso vino a la ciudad.
Era joven y llegué del pueblo con una mano delante y otra detrás. No tenia estudios, aunque creer que uno es más listo porque ha ido a la universidad es el principio de ser un cretino. Pero si no tienes voluntad y no crees en nada, lo que haces es perpetuar la especie. Y yo tenia una obsesión por casarme y tener hijos.

En aquella época, se tenían hijos porque era lo que correspondía.
Hay tres cosas que me han hecho feliz en la vida: el FC Barcelona, el tabaco y el sexo. El tabaco lo dejé, el sexo me ha dejado a mi y ahora solo me queda el Barça. La vida son pasiones. Si pierdes la capacidad de disfrutar, estás muerto.

Usted es un filósofo.
Hay gente que nace con el vicio de pensar y yo soy uno. Siempre he tenido curiosidad y he buscado el porqué de todo. Soy un gran lector, lo leo todo.

¿Piensa frecuentemente en la muerte?
Tengo 73 años y a partir de aquí me espera la ruina física y moral. Los clientes de siempre se van muriendo y tengo la impresión que mi mundo se hunde. Pero soy feliz y no tengo miedo a morir. Palabra de barbero.

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